ENIGMA de Navidad



LA ADORACIÓN DE LOS REYES MAGOS     1609 y 1628


Museo del Prado  Madrid


¿Encuentras al autor del cuadro?
Es Pedro Pablo Rubens, a caballo, con espada y cadena de oro, como signo de su nueva condición nobiliaria, enfrenta su cara, en una línea diagonal exacta, hacia la del niño protagonista.


     Rubens

Este Belén es una excusa para indicar el auténtico motivo del encargo: el oro que recibe el niño Jesús.


En 1608, la corporación municipal de Amberes pide a Rubens que pinte esta Adoración para decorar la Cámara de los Estados, una sala en la que van a tener lugar las negociaciones para la Tregua de los Doce Años entre España y los Países Bajos.
Amberes piensa que, tras la paz, su economía resentida por la guerra, recuperará su esplendor.
Rubens es ya el pintor más prestigioso de la ciudad y cobrará 1800 florines por ella.Cuatro años más tarde, como regalo de amistad para convertir la Tregua en paz permanente, el cuadro llega al Real Alcázar de Madrid.

Cuando, ya en 1628, Rubens viaja a Epaña, se aloja en el Alcázar y se reencuentra con su antigua obra. Es entonces cuando decide ampliarla añadiendo la parte superior y la parte derecha de la pintura original que solo incluía el Belén y los Reyes Magos. Todavía se pueden ver las costuras que unen los trozos de tela añadidos.

Podemos apreciar en la zona añadida un homenaje a Miguel Ángel en las figuras de los porteadores y en los jinetes sobre sus caballos. Es una zona de escorzo y movimiento que contrasta con la serenidad de la parte izquierda. Rubens acababa de contemplar la Capilla Sixtina.

A la derecha del cuadro contemplamos su autorretrato, montado a caballo, con espada y cadena de oro (Felipe IV le había concedido condición nobiliaria).

El cuadro fue salvado del incendio del Alcázar en 1734 gracias a que alguien lo cortó de su marco con un cuchillo, lo enrolló y lo lanzó por una de las ventanas (todavía son visibles los cortes en la tela).

Dos características sorprendentes de este cuadro son, por un lado, la inexistencia de espacios vacíos que nos permitan vislumbrar algo del paisaje y por otro, las expresiones de las figuras. Más que pintar a los personajes, Rubens los retrataba.

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